miércoles, 6 de noviembre de 2013
Introducción
La beata María Crescencia Pérez nació en San Martín Provincia de Buenos Aires el 17 de Agosto de 1897, y nos dejó un 20 de mayo de 1932, dejándonos con su obra una enseñanza inquebrantable de servicio, obediencia y profundo amor a Dios, a su virgen del Huerto y al mundo que la necesitaba.
La vida de María Crescencia Pérez no es sino un mensaje de amor. Llevó siempre en su interior el fuego de un gran ideal: "Hacerse toda a todos". Este ideal, que fue el de su fundador, la quemó por dentro y la estimuló constantemente a donar su vida por la salvación de las almas.
Sencilla, serena, toda de Dios y al mismo tiempo, toda de los hombres, fue puesta en nuestro camino para ayudarnos a descubrir, con renovada audacia, la fuerza inicial y lo que tiene de genuino y de evangélico el carisma gianellino.
lunes, 4 de noviembre de 2013
Sus raíces y su tierra
Los Pérez y los Rodríguez que partieron de la Galicia española, tierra
de grandes emigraciones, en un barco repleto de emigraciones plenos de
esperanza rumbo a Sudamérica. Pero amargas realidades imprevistas, frenaban
muchas veces el lejano entusiasmo de la partida; por el contrario, algunas
veces incitaban reacciones impensadas en aquellas obstinadas voluntades.
Los inmigrantes se encontraban muchas veces en el nuevo mundo trabajando
de sol a sol sus fértiles llanuras, navegando en los amplios ríos, o se instalaban
en la periferia cuando no lograban asentarse en la ciudad. Pero con su pobreza
de origen llevaban la riqueza de sus tradiciones católicas. Así sucedió con los
Perez-Rodríguez que, ente la adversidad, no desesperaron. En Córdoba, en una
jornada muy calurosa de mediados de diciembre de 1889, Agustín Pérez se casa
con Ema Rodríguez, ante el altar de la Virgen del Pilar.
Doña Ema Rodriguez de Pérez madre de la Hna. Crescencia, falleció el 6 de enero de 1950 |
Agustín Pérez (h) hermano de la Hna. Crescencia |
Debido a los momentos agitados que vivía la Argentina por esos tiempos,
que hacían alternar partidos conservadores y liberales en el gobierno de las
ciudades, sin apoyo alguno, la joven pareja se ve obligada a emigrar a
Montevideo.
Están solos. En la capital uruguaya nace su primer hijo, que muere a los
tres años. Otro hijo se apaga al nacer. Sobreviven Emilio y Antonio. Pero en
este país la joven pareja no encuentra horizontes de progreso y deciden
retornar a la Argentina.
En San Martín, Buenos Aires, en el frío agosto de 1897, nace una
criaturita, nuestra María Angélica. Al nacer la pequeña, las condiciones de la
familia mejoraron, porque el padre, ya de
treinta años, logra finalmente un trabajo en la Compañía Alemana de
Electricidad.
Familia rica en fe y en hijos; nace Agustín, Aída, María Luisa, José
María. Pero la joven madre se enferma y las criaturas asustadas la sentían
toser en forma continua. Entonces el médico le dice que si no la llevan a un
clima más templado, no le aseguraba que pudiese sobrevivir.
Y parten hacia pergamino con las pocas cosas que poseen, todos sus niños
y una profunda fe.
Al atardecer, la madre calmada a los inquietos niños, los ponía a todos
de rodillas a rezar el Rosario. Día tras día, transmite casi inconscientemente
a sus hijos el concepto de la fe.
Y así crecieron estos niños, con esa madre fuerte que enseña a responder
con amor al amor de Dios; al hablar de Él con conciencia plena; a transformar
alegrías y dolores en momentos de gracia.
Crecieron con profundas convicciones religiosas, aunque al templo iban
ocasionalmente porque estaban a tres horas de distancia.
"Vivíamos nuestra
pobreza con alegría; cada pequeño suceso nos entusiasmaba. No conocíamos
demasiado, no añorábamos la falta de tantas cosas… El ejemplo de nuestros padres
simples y fuertes, ricos en fe y en amor, nos hacía crecer laboriosos. Tío
José, hermano de mamá nos ayudaba, indicándonos una u otra posibilidad de
trabajo, sugiriéndonos un patrón dispuesto a acogernos…"
domingo, 3 de noviembre de 2013
Beatificación de la Hna. María Crescencia Pérez
- Rito de beatificación de la Hna. María Crescencia Peréz en la ciudad de Pergamino el pasado 17 de noviembre de 2012.
A Sor
Crescencia se le atribuye la curación de María Sara Pane, quien en 1995 con 23
años se encontraba internada en el Hospital Italiano de Buenos Aires con
un cuadro de hepatitis agravado por diabetes. Su
aparente recuperación fue aceptado por el Papa Benedicto
XVI como un milagro obra de Crescencia Pérez, y pactó su
beatificación el 19 de diciembre de 2011 desde su sede en el Vaticano. La
recuperación de Pane se dio de manera repentina, luego de que una de las
hermanas que estaba a su cuidado le regaló una estampita de Sor Crescencia y se
hicieran cadenas de oración por su delicado estado de salud. La
enferma pasó de un estado crítico a una recuperación instantánea, con estudios
médicos que revelaron que su hígado comenzó a funcionar normalmente, evitando a
su vez el trasplante. Esto reactivó la causa por la beatificación de la
monja.
La
ceremonia se llevó a cabo el 17 de noviembre de 2012 en Pergamino, provincia de Buenos
Aires, lugar donde vivió gran parte de su infancia y adolescencia. El
cardenal Angelo Amato, de la Congregación para las Causas
de los Santos, actuó como delegado pontificio y viajó hasta Argentina donde
presidió la ceremonia de beatificación.
Finalizada
su ceremonia, Crescencia Pérez se convirtió en la séptima beata argentina,
precedida por Nazaria Ignacia March Mesa, María Tránsito
de Jesús Sacramentado (Madre Cabanillas), María Ludovica De Angelis, Artémides
Zatti, Laura Vicuña y Ceferino Namuncurá.
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